jueves, 24 de enero de 2013

LA SOCIALIDAD CONTRA LO SOCIAL - RESUMEN

LA SOCIALIDAD CONTRA LO SOCIAL
 
 
Por lo general, es in absentia que el intelectual aborda un sujeto de estudio, hace su investigación y propone su diagnóstico. Por una parte, el pueblo se preocupa sin sentir vergüenza, es decir, sin hipocresía ni prurito de legitimación, de lo que es la materialidad de su vida, de todo lo cercano, podríamos decir, contrariamente al ideal o al aplazamiento del goce. Por la otra, a que se escapa del gran fantasma de la cifra, de la medida, del concepto, que desde siempre ha caracterizado al procedimiento teórico. Se podrían multiplicar indefinidamente las reflexiones de este tipo respecto a la masa; todas le reprochan, de manera más o menos eufemística, su monstruosidad y el hecho de que no se deja encerrar fácilmente en una definición. La Revolución francesa introduce una transformación radical en la vida política, así como en el papel que el intelectual debe desempeñar en ella. Recordemos el análisis de Nisbet y su famosa fórmula: "La política se ha vuelto un modo de vida intelectual y moral".En todo caso, es precisamente esto lo que subyace a todo el pensamiento político y social de los siglos XIX y XX. Pero es también lo que explica nuestra cuasi imposibilidad para comprender hoy todo lo que supera el horizonte político. Para el protagonista de las ciencias sociales, el pueblo o la masa es objeto y dominio reservados. Es esto lo que le da razón de ser y lo justifica. Perspectiva metafórica, obviamente, que nos permite comprender cómo el abandono de lo político corre a la par con el desarrollo de estos pequeños "dioses parlantes" (P. Brown), causas y efectos de la multiplicación de numerosas tribus contemporáneas. Precisemos igualmente, aunque sólo sea de manera alusiva, que, si la tradición cristiana fue oficial y doctrinalmente soteriológica e individualista, su práctica popular fue, al contrario, convivial. En este sentido, la religión popular es claramente un conjunto simbólico que permite y conforta el buen funcionamiento del vínculo social. Bajo la forma de un divertimento, propondré una primera "ley" sociológica: Los diversos modos de estructuraciones sociales no valen más que en la medida y a condición de que permanezcan en adecuación con la base popular que les ha servido de soporte.Esta ley es válida para la Iglesia como lo es también para su forma profana, que es la política. "Una Iglesia no se sostiene sin pueblo". (E. Renán). Como acabo de señalarlo, junto con la religión y la comunidad se halla otra noción que merece nuestra atención: la del pueblo. Este término se puede emplear sin intención particular, como ocurre a menudo con la palabra "social" en su sentido más simple, pero también se puede mostrar que su acepción puede evocar un conjunto de prácticas y de representaciones alternativas respecto al orden de lo político.

UN "FAMILIARISMO"NATURAL

Me parece que existe una relación estrecha, y algo perversa, entre el individuo y la política. En efecto, estas dos entidades son los polos esenciales de la modernidad. Ya lo he dicho antes: el principium individuationis es aquello mismo que determina toda la organización político-económica y tecno-estructural que se inaugura con el burguesismo. Durkheim, ciertamente uno de los grandes pensadores de este proceso, observa de manera perentoria que "el papel del Estado no tiene nada de negativo. Tiende a asegurar la más completa individuación que permite el estado social". El Estado, en cuanto expresión por excelencia del orden político, protege al individuo contra la comunidad.  Es, pues, una falacia establecer un paralelismo entre el fin de lo político y el repliegue sobre el individuo, o lo que llamamos el retorno del narcisismo. Aunque dicho cambio no deja de ser inquietante en numerosos aspectos, ya no es posible negar su realidad. Durkheim atribuía a los grupos secundarlos el dinamismo que integraba a los individuos en el "torrente general de la vida en sociedad". Una imagen semejante viene bien a este propósito. Existe efervescencia en el vitalismo social y natural, sobre todo durante ciertos periodos que viven la desestabilización de sus valores y de sus convicciones. Y es bastante posible que los grupos secundarlos que forman una metástasis en el cuerpo social, significando por su presencia el fin de una modernidad civilizada, esbocen con pertinencia la forma societal que está naciendo.

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