LOS
MICROMACHISMOS
Los mM son microabusos y microviolencias que procuran que el varón
mantenga su propia posición de género creando una red que sutilmente atrapa a
la mujer, atentando contra su autonomía personal si ella no las descubre (a
veces pueden pasar años sin que lo haga), y sabe contramaniobrar eficazmente.
Están la base y son el caldo de cultivo de las demás formas de la violencia de
género (maltrato psicológico, emocional, físico, sexual y económico) y son las
"armas" masculinas más utilizadas con las que se intenta imponer sin
consensuar el propio punto de vista o razón. Comienzan a utilizarse desde el
principio de la relación y van moldeando lentamente la libertad femenina
posible. Su objetivo es anular a la mujer como sujeto, forzándola a una mayor
disponibilidad e imponiéndole una identidad "al servicio del varón",
con modos que se alejan mucho de la violencia tradicional, pero que tienen a la
larga sus mismos objetivos y efectos: perpetuar la distribución injusta para las
mujeres de los derechos y oportunidades.
Puntualmente, los mM pueden no parecer muy dañinos, incluso pueden
resultar normales o intrascendentes en las interacciones, pero su poder,
devastador a veces, se ejerce por la reiteración a través del tiempo, y puede
detectarse por la acumulación de poderes de los varones de la familia a lo
largo de los años.
MICROMACHISMOS
COERCITIVOS
En estos mM,
el varón usa la fuerza (moral, psíquica, económica o de la propia
personalidad), para intentar doblegar a la mujer, limitar su libertad y
expoliar el pensamiento, el tiempo o el espacio, y restringir su capacidad de
decisión.
Intimidación
Este es un
mM que está en el límite entre la violencia psicológica y los mM propiamente
dichos. Maniobra atemorizante que se ejerce cuando el varón ya tiene fama (real
o fantaseada) de abusivo o agresivo. Da indicios de que si no se le obedece,
'algo" podrá pasar. Implica un arte en el que la mirada, el tono de voz,
la postura y cualquier otro indicador verbal o gestual pueden servir para
atemorizar.
Control del
dinero
Este mM en
la creencia que el dinero es patrimonio masculino, sus modos de presentación
son muy variados: no información sobre usos del dinero común, control de gastos
y exigencia de detalles, retención -lo que obliga a la mujer a pedir- (Coria,
1992), etc. Se incluye también en este apartado la negación del valor económico
que supone el trabajo doméstico y la crianza y el cuidado de los niños.
No
participación en lo doméstico
Basada en la
creencia que lo doméstico es femenino y lo público masculino, por este grupo de
maniobra se impone a la mujer hacerse cargo del cuidado de algo común: el hogar
y las personas que en ella habitan. Es una práctica de sobrecarga por omisión,
que el varón justifica apelando a su rol de "proveedor" al que no se
puede agobiar más de lo que soporta en su trabajo (es paradójico que esta
justificación la realizan aun varones que no son los principales proveedores de
o económico, con lo que imponen la "doble jornada" a la mujer que
trabaja).
Uso expansivo-abusivo
del espacio físico y del tiempo para sí
Este grupo
de mM se apoyan en la idea de que el espacio y el tiempo son posesión
masculina, y que por tanto la mujer tiene poco derecho a ellos. Por tanto su
apoderamiento es natural y no se piensa en la negociación de espacios y ni de
tareas comunes que llevan tiempo. Así, encuanto al espacio en el ámbito
hogareño, el varón invade con su ropa toda la casa.
Insistencia
abusiva
Conocido
popularmente como "ganar por cansancio", este mM consiste en obtener
lo que se quiere por insistencia inagotable, con agotamiento de la mujer que se
cansa de mantener su propia opinión, y al final acepta lo impuesto a cambio de
un poco de paz.
Imposición
de intimidad
Este mM
consiste en una acción unidireccional de acercamiento cuando el varón desea, es
una práctica coactiva en cuanto el varón no se molesta en negociar movimientos
hacia la intimidad. Muy típico ejemplo de esto es la seducción forzada cuando
él quiere sexo.
Apelación a
la "superioridad" de la "lógica" varonil
En este
grupo se recurre a la "razón" (varonil) para imponer ideas, conductas
o elecciones desfavorables a la mujer. Utilizada por varones que suponen que
tienen la 'única" razón o que la suya es la mejor. No tienen en cuenta los
sentimientos ni las alternativas y suponen que exponer su argumento les da
derecho a salirse con la suya. No se cesa de utilizar hasta que la mujer dé
lógicas razones (las del varón, por supuesto), y obligan a que ella tenga muy
en claro su propia posición si no quiere someterse.
Toma o
abandono repentinos del mando de la situación
Estas son
maniobras que consiste en tomar decisiones sin contar con la mujer en
situaciones que la involucran, y en las que es difícil negarse. Basados en la
creencia del varón de que él es el único que tiene poder de decisión.
MICROMACHISMOS
ENCUBIERTOS
Estos mM
encubiertos utilizan el afecto y la inducción de actitudes para disminuir el
pensamiento y la acción eficaz de la mujer, llevándola a hacer lo que no quiere
y conduciéndola en la dirección elegida por el varón. Son los que atentan de
modo más eficaz contra la simetría relacional y la autonomía femenina. En
ellos, el varón oculta (y a veces se oculta) su objetivo de dominio y
forzamiento de disponibilidad de la mujer.
Abuso de la
capacidad femenina de cuidado
Este es el
grupo de mM probablemente más avalado y silenciado por la cultura. Por ellos el
varón utiliza y explota la capacidad de las mujeres de cuidado hacia otras
personas. Esta capacidad está muy desarrollada en ellas por efectos de su
socialización que las impele a "ser para otros". Alentadas por la
cultura patriarcal, estas maniobras fuerzan disponibilidad incondicional a
través de la imposición de diferentes roles de servicio: madre, esposa,
asistenta, secretaria, gestora, etc. Las obligan a un sobreesfuerzo físico y
emocional que les resta autonomía vital. Con ellas, los varones aprovechan
abusivamente los beneficios del cuidado femenino ya que la imposición de
disponibilidad femenina hacia el varón, acrecienta la calidad de vida de él a
expensas de la mujer, sin que éste habitualmente lo reconozca. Sin embargo, las
estadísticas corroboran que los varones incrementan su salud psicofísica
durante el matrimonio, y las mujeres la empeoran. Y ellos disponen de más
tiempo de ocio. Algunas mujeres, conocedoras de este grupo de mM lo llaman
"vampirismo", es decir un comportamiento de extracción y vaciamiento
de energía vital que el varón aprovecha para sí.
Entre estos
mM tenemos:
•Maternalización
de la mujer.
•Delegación
del trabajo de cuidado de los vínculos y las personas.
•Requerimientos
abusivos solapados: son pedidos sin pedir explícitamente, "mudos",
que apelan a activar automáticamente los aspectos "cuidadores" del
rol femenino tradicional y hacer que la mujer cumpla ese pedido sin percatarse
que lo está haciendo por coacción.
Creación de
falta de intimidad
Suele
decirse que los varones tienen dificultades para la intimidad. Esto es cierto,
pero también es cierto que la evitación de la intimidad es un recurso de
dominación que ellos utilizan cotidianamente. Así lo muestran los mM de este
grupo, que son maniobras activas de alejamiento, que impiden la conexión y
evitan el riesgo de perder poder y quedar a merced de la mujer, más experta
habitualmente en el manejo de las relaciones de cercanía (Weingarten, 1991).
Intentan controlar las reglas del diálogo a través de la distancia y están
sostenidas en la creencia varonil de su derecho a apartarse sin negociar y a
disponer de sí sin limitaciones (sin permitir ese derecho a la mujer). Estas
maniobras transmiten el mensaje que para el varón lo importante es él, y el
vínculo y la conexión son secundarios. Aquí podemos considerar diferentes
grupos:
· Silencio. Independientemente de las razones internas que llevan al varón
a estar silencioso (de hecho muchas veces el silencio es debido a una sensación
de impotencia), esta actitud es una maniobra de dominación en tanto implica la
imposición de silencio a la relación con la mujer.
· Avaricia de reconocimiento y disponibilidad. Estas son maniobras
múltiples de retaceo de reconocimiento hacia la mujer como persona y de sus
necesidades, valores, aportes y derechos. Se retacea también el apoyo y el
cuidado (además de imponerle el rol de cuidadora). Conducen al hambre de afecto
(el que, en mujeres dependientes, aumenta su dependencia). Provocan además la
sobrevaloración de lo poco que brinda el varón -ya que lo escaso suele vivirse
como valioso- (Benard y Schiaffer, 1990). Una frase ejemplificadora de este mM
es: Si sabes que te quiero (o que aprecio lo que haces), ¿para qué precisas que
te lo diga?.
· Inclusión invasiva de terceros (amigos, reuniones y actividades) Con
esta maniobra se limita al mínimo o se hace dejar de existir los espacios de
intimidad. A veces está acompañada de la acusación a la mujer de ser "poco
sociable".
Seudointimidad
En este
grupo de mM el varón dialoga, pero manipulando el diálogo, de modo de favorecer
el control y el ocultamiento, dejando a la mujer con menos poder al retacearle
sinceridad.
• Comunicación
defensiva-ofensiva. El objetivo de la comunicación no es aquí la apertura sino
que se habla para imponer y convencer. Existen defensas y ataques para imponer
las propias razones, y no apertura ni negociación.
• Engaños y
mentiras. Aquí el varón oculta u omite información para desfigurar la realidad
y seguir aprovechando ventajas que si fuera sincero perdería. Oculta lo que no
conviene que la mujer sepa, para no ser perjudicado en lo que no quiere perder,
fundamentalmente poder de decisión. Entre los engaños más frecuentes se
encuentran: incumplir promesas, adular, negar lo evidente, negar
descubrimientos femeninos de infidelidades, etc. Y entre las mentiras: aquellas
centradas en el uso del dinero, el tiempo realmente ocupado, el no reconocer
errores sabiendo que se cometieron, el ofrecer aquello que no se está dispuesto a dar (sobre
todo comprensión y colaboración). Dan poder al varón en tanto impiden un acceso
igualitario a la información.
Desautorización
Estas
maniobras están basadas en la creencia que el varón tiene el monopolio de la
razón, lo correcto y el derecho a juzgar las actitudes ajenas desde un lugar
superior. Presuponen el derecho a menospreciar. Conducen a inferiorizar a la
mujer a través de un sin número de desvalorizaciones.
Paternalismo
En este tipo
de maniobra se enmascara la posesividad y a veces el autoritarismo del varón,
haciendo "por" y no "con" la mujer e intentando aniñarla.
Se detecta sobre todo cuando ella se opone al aniñamiento, y él no puede
tolerar que ella sea autónoma y no controlarla.
Manipulación
emocional
Tenemos aquí
a un grupo de mM donde el varón utiliza el afecto no para el intercambio
emocional sino como instrumento para lograr el control de la relación. Se
emiten mensajes que se aprovechan de la confianza y la afectividad de la mujer
para promover en ella dudas sobre sí misma y sentimientos negativos, generando
inseguridad y dependencia.
Autoindulgencia
y autojustificación
En estas
maniobras el varón se autojustifica o es muy indulgente consigo mismo frente a la
no realización de tareas o actividades que hacen al cultivo de un vínculo
igualitario. Procuran bloquear la respuesta de la mujer ante acciones e
inacciones del varón que la desfavorecen puesto que al no hacerlas él, la
obligan a hacerlas a ella (fundamentalmente cuidado de las personas y de lo
doméstico) Hacen callar apelando a "otras razones", y eludiendo la
responsabilidad por lo que se hace o deja de hacer. Eluden dejar claro algo que
en general el varón piensa: "esas no son mis responsabilidades, lo que
hago ya es bastante.
MICROMACHISMOS
DE CRISIS
Estos mM
suelen utilizarse en momentos de desequilibrio en el estable disbalance de
poder en las relaciones, tales como aumento del poder personal de la mujer por
cambios en su vida o pérdida del poder del varón por razones de pérdida laboral
o de limitación física. Generalmente estos cambios se acompañan de reclamos por
parte de la mujer de mayor igualdad en la relación. Suelen ser útiles no sólo
para impedir que la mujer sea más autónoma o para no sentirse dependiente de
ella, sino también para impedir los reclamos de ella respecto a la necesidad
que él también cambie modificando sus hábitos de superioridad. El varón, al
sentirse perjudicado, puede utilizar específicamente estas maniobras o utilizar
las descriptas anteriormente, aumentando su cantidad o su intensidad con el fin
de restablecer el statu quo. Los grupos que describiré a continuación suelen
utilizarse frecuentemente en una secuencia del primero al último, según la
permeabilidad de la mujer para dejarse presionar.
Hipercontrol
Este mM
consiste en aumentar el control sobre las actividades, tiempos o espacios de la
mujer, frente al temor que el aumento real o relativo de poder de ella pueda
dejarlo a él en un segundo lugar e inferiorizado
Seudoapoyo
Apoyos que
se enuncian sin ir acompañados de acciones cooperativas, realizados con mujeres
que acrecientan su ingreso al espacio público. Se evita con ello la oposición
frontal, y no se ayuda a la mujer a repartir su carga doméstica y tener más
tiempo.
Resistencia
pasiva y distanciamiento
Este mM
consiste en utilizar diversas formas de oposición pasiva y abandono: falta de
apoyo o colaboración, desconexión, conducta al acecho (no toma la iniciativa,
espera y luego critica. "Yo lo hubiera hecho mejor"),
distanciamiento, amenazas de abandono o abandono real (refugiándose en el
trabajo o en otra mujer "más comprensiva"), etc.
Rehuir la
crítica y la negociación
Con este mM
se intenta acallar los reclamos de la mujer respecto a las actitudes dominantes
del varón y evitar el cambio sosteniendo que él no lo deseó. Se acompañan
generalmente de culpabilización hacia el cambio femenino. Algunas frases que
reflejan esta maniobra son: ¿por qué debería cambiar si tú cambias?, ¡Es tu
problema! ¿De qué te quejas si me conociste así? ¡Si no hubieras cambiado todo
estaría bien!.
Promesas y
hacer méritos
Maniobras en
las que frente a reclamos de la mujer el varón realiza modificaciones puntuales
que implican ceder posiciones provisoriamente por conveniencia, sin
cuestionarse la creencia errónea de la "naturalidad" de la tenencia
de dicha posición. Estos cambios suelen dejar de realizarse cuando la mujer
deja de enfadarse y acepta darle "otra oportunidad”. Algunos ejemplos:
hacer regalos, prometer ser un buen hombre, ponerse seductor y atento, hacer cambios
superficiales, reconocer errores frente a amenazas de abandono.
Victimismo
Por este mM
el varón se declara víctima inocente de los cambios y "locuras" de la
mujer., con culpabilización acompañante para intentar doblegarla. Si finalmente
él se decide a algún cambio, lo vive como un gran sacrificio, por lo que no se
le puede pedir mucho, esperando ser aplaudido por pequeños cambios y
frustrándose si no lo hacen. ¡A ti nada te conforma! es una frase manipulativa
habitual utilizada en esta situación.
Darse tiempo
Este mM
consiste en postergar y alargar el tiempo de decidirse a darle importancia a
los cambios y reclamos femeninos o a cambiar, hasta que haya algo que obligue
(en general un ultimátum de separación). Se manipula el tiempo de la respuesta
al pedido de cambio intentando dilatar la situación de injusticia relacional.
Es una clara maniobra de poder en tanto obliga a la mujer a someterse a los
tiempos y deseos del varón, que es quien conserva el poder de decisión del
momento de comenzar un cambio. Los modos de dilatar el diálogo y la decisión de
cambio pueden ser variados: ¡ya hablaremos!, ¡ya veremos!, ¡lo pensaré! Otro
modo frecuente es a través de la negativa a acceder a una ayuda terapéutica, y
si se lo hace, postergar frecuentemente la consulta antes de decidirse
realmente a hacerla.
Dar lástima
Cuando el
varón realiza este mM procura que se apenen de él para lograr que la mujer
ceda. Para ello, puede, desde buscar aliados que comprueben lo
"bueno" que él es (y lo "mala" que es ella), hasta
comportamientos autolesivos tales como accidentes, aumento de adicciones,
enfermedades, amenazas de suicidio, que apelan a la predisposición femenina al
cuidado y le inducen a pensar que sin ella él podría terminar muy mal. El varón
exhibe en estos últimos comportamientos, manipulativamente, su invalidez para
el autocuidado.
EFECTOS DE
LOS MICROMACHISMOS
W.
Shakespeare ilustra, espléndidamente, las estrategias de utilización de muchas
de estas maniobras en función de dominar a la mujer, restringiendo con hábiles
artes su autonomía, en su obra "La fierecilla domada". Su lectura
alumbra con gran nitidez el efecto devastador de estas estrategias de dominio.
La
efectividad de todas estas maniobras, junto a la falta de autoafirmación de la
mujer, forman una explosiva mezcla con enormes efectos negativos para ella y el
vínculo que, como decíamos al comienzo de este artículo suelen ir haciéndose
visibles a largo plazo.
CONSIDERACIONES
FINALES
Nombrar los
mM es también una tarea que supone el análisis crítico de la cotidianeidad
y loscomportamientos de "seudoigualdad" que circulan diariamente.
Así, ponerlos en evidencia debería ser útil para las que las mujeres
pudieran:
- Legitimar
y ampliar su registro perceptivo de los comportamientos masculinos de dominación
que ellas sufren y que los varones generalmente no reconocen realizar.
- Reconocer
el lenguaje de acción y manipulación- que no de palabras -, tan propio de los
varones pese a la creencia que la manipulación es un arma fundamentalmente
femenina.
- Disminuir
la culpabilización inducida por estas maniobras y recuperar su pensamiento y
posibilidades de acción autónoma en la vida de pareja cotidiana.
- Aumentar
las posibilidades de crear sus modos de evitación y resistencia ya que lo que
se ve claramente puede ser mejor combatido.
- También y
de modo importante, saber de sus efectos, porque el no poder detectar que
muchos de los malestares emocionales e inseguridades son provocados por el
ejercicio de los mM, hace que las mujeres (y sus parejas y los profesionales de
la salud) tiendan a adjudicarlos a problemas intrapersonales o a
"exageraciones" femeninas. Así surge la doble victimización.
Alertar
sobre su existencia y frecuencia supone también criticar las creencias que las
violencias de género son solamente sus formas más dramáticas y que sólo la
ejercen algunos varones.
Como hemos
visto, los mM también son violencia de género y son comportamientos habituales
en todos los varones: la violencia no es sólo cosa de otros, sino también de
nosotros (varones). Reconocer esto supone que los varones que creemos en la
igualdad, debemos hacer algo más que acompañar a las mujeres en sus reclamos y
adaptarnos con esfuerzo a los cambios femeninos: debemos cambiar también
nosotros. Por esto último, nombrar los mM debería servir para contribuir a que
los varones que no se reconocen en el ejercicio de la violencia
mayor, que tienen una ética de justicia y respeto, no ignoren las propias
maniobras de dominio y dominación cotidianas. Para ello es necesario:
- Estar
dispuesto a una autocrítica sobre el ejercicio cotidiano del poder y sobre la socialización
en que son criados, la que avala la superioridad sobre las mujeres y por tanto
la creencia en tener derechos sobre ellas.
- Entrenarse
en el cambio de actitudes hacia la igualdad y el respeto, ya que sólo con
conocer no alcanza. Los grupos de reflexión de varones son un buen espacio para
ello.
- Tomar
iniciativas para realizar acciones, en tanto varones, que favorezcan la
erradicación de las violencias de género y no dejar que sean únicamente las
mujeres que luchen contra la violencia que nosotros producimos. Iniciativas
como la campaña canadiense del lazo blanco, el manifiesto del grupo de hombres
de Sevilla, la red de hombres profeministas europeos, los trabajos de Jorge
Corsi, o los grupos Coriac y Cantera en Latinoamérica.
Finalmente
hacer visibles los mM debe servir para no olvidar que son factores que deben
tenerse en cuenta en las estrategias de erradicación de la violencia de género.